Sin duda alguna, los dos movimientos artísticos que más influencia han tenido
en el diseño contemporáneo son la
Bauhaus y las
Arts & Crafts.
Sin embargo, aunque se suele hacer justicia sobre lo importante de sus logros y su determinante efecto de modelado que tuvieron sobre etapas posteriores, rara vez se mencionan sus raíces ideológicas ni el fermento cultural en el que nacieron y se desarrollaron. Esto es así en ambos casos, pero si cuando hablamos de la
Escuela de la Bauhaus es casi imposible no hacer referencia al
nido de comunistas constituido por el
núcleo duro de los
artistas que dinamizó sus producciones, en el caso del
Movimiento de las Arts & Crafts apenas se menciona su origen como movimiento puramente socialista.
William Morris, por ejemplo, no solo fue el máximo exponente de este movimiento artístico, sino que también fue cofundador, junto con
Eleanor Marx (hija de
Karl Marx) y
Walter Crane, de la
revolucionaria Liga Socialista, de la que llegó a ser presidente, editor y redactor de su influyente
órgano oficial, el periódico
The Commonweal, distinguiéndose tanto por su labor cultural como por su faceta de
agitador político, que incluye no solo charlas, artículos o conferencias, sino, incluso, una novela del género de anticipación, que narraba el paso del capitalismo al socialismo:
News from Nowhere or An Epoch of Rest (publicado en español como
Noticias de ninguna parte).
Podemos descubrir tras un somero análisis que la mayoría de los postulados del
Movimiento de las Arts & Crafts tienen raíz socialista, incluso los que a primera vista pareciera que, por su carácter
tradicionalista, están más alejados de este. Es el caso del
neogoticismo o la fascinación por el
medievalismo. Sin embargo, esto es consecuencia lógica del socialismo: el
industrialismo y el
liberalismo ingleses habían tenido como consecuencia la creación de grandes masas de obreros viviendo en las míseras condiciones retratadas con
desgarro por
Charles Dickens, y no ejercían otra cosa que rechazo entre la izquierda inglesa.
La esencia estética de las
Arts & Crafts se basó, de hecho, en la idealización de un periodo medieval en el que los obreros eran a la vez artesanos que se asociaban en
guildas (
gremios) y cuyo fin último no era el afán de lucro, sino el
trabajo bien hecho. El culmen del trabajo medieval y el esfuerzo colectivo era, desde este punto de vista, la
catedral gótica, obra coral donde el trabajo individual se diluía en la obra total (de hecho,
Lyonel Feininger imaginó la
Bauhaus de los primeros tiempos como una enorme y
moderna catedral, en la que todos los trabajos y artistas se implican en un mismo fin).
Pero, al mismo tiempo, constituía una auténtica
rebelión ideológica contra las élites políticas y económicas del
periodo Victoriano, cuyo referente estético era el
clasicismo academicista y para quienes el
estilo gótico era tenido por
vulgar, propio de
espíritus poco cultivados y de las masas de
desarrapados. En este sentido, son épicas las diferentes posturas que enfrentaron a
John Ruskin (pilar de la filosofía estética de las
Arts & Crafts y del
neogoticismo) y el pintor
Whistler (uno de los exponentes del
elitista esteticismo).
El
Movimiento de las Arts & Crafts puso su énfasis en la dignificación del trabajo, ya que por entonces la producción industrial había convertido a los trabajadores en
seres alienados, despojados de su
humanidad. Para hacerlo era necesario romper el orden burgués, y nada mejor para ello que acabar con los
intermediarios, haciendo que fueran los propios trabajadores quienes, en relación directa con el cliente, personalizaran su trabajo y lo adaptasen a las demandas del público, pidiendo por ello un precio digno. Todo ello solo es posible si tanto cliente como productor acaban satisfechos tras la transacción, lo que implica un trabajo bien hecho, unos materiales de primera calidad, la utilidad del producto y un diseño bello e individualizado, señas de identidad de las
Arts & Crafts.
La
estética socialista también debe gran parte de su iconografía al
Movimiento de las Arts & Crafts. De hecho, el
realismo socialista de la posguerra europea y la
heráldica socialista se nutrieron de manera directa de sus obras, destacando sobre todo los alegatos visuales de
Walter Crane , que aunque más conocido como ilustrador de cuentos populares, como
Caperucita roja o
El príncipe Feliz, fue, sobre todo, un agitador gráfico autor de símbolos tan usados como las guirnaldas ceñidas de
filacterias (que darán lugar a los
escudos de las Repúblicas Socialistas), los
medallones conteniendo a los
héroes de la clase obrera (como en su célebre ilustración en homenaje a los
anarquistas de Chicago) o las figuras alegóricas del
Socialismo como joven alada con el
gorro frigio.
El
Movimiento de las Arts & Crafts no fue, por tanto, un mero movimiento artístico o estético, sino la toma de posición política de quienes producían la riqueza para dignificar el trabajo y el arte, pero extendió su influjo al resto de la sociedad precisamente por entender que el binomio
bello-digno debía situarse en como aspiración central de la producción, tanto artística como industrial. En palabras del propio
William Morris:
"Todos estos son esclavos de lo que se llama el lujo, que en el sentido
moderno de la palabra comprende una masa de riqueza falsa, invento del
comercio competitivo y que esclaviza no solo a los pobres que están
obligados a trabajar en su producción, sino también a los
desventurados y bastante infelices que las compran para atormentarse con su
estorbo."